Nació el 10 de marzo de 2006, en Santo Domingo de Guzmán, República Dominicana es hija del señor Darwin Barrera, licenciado en ciencias Militares de la Academia Militar Batalla de La Carrera y la señora Julie Pérez Terrero, periodista egresada de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, Primada de América, tiene una hermana Pamela y un hermano Christopher ambos mayores que ella. A la edad de tres meses tubo un accidente al ingerir una prenda ( argollas) que le habían regalado, a causa de haber sido colocada por su hermano en el dedo índice como si fuera un anillo, luego de permanecer todo una noche y un día bajo observación médica al pasar el atardecer expulsó la prensa oxidada por los ácidos estomacales. A su cortas edad a servido de modelo de fotografía para ser colocada en hospitales infantiles. Le gusta el canto, el baile y conversar.

La Keleketeke o Kele, como es apodada Azul Barrera, con apenas dos años de edad ya tararea algunas canciones, mostrando así sus dotes artísticos.

La Kele conversa con personas adultas como si ella lo fuera también, teniendo una increible habilidad de coordinar las ideas.

Anécdota de Azul a sus cuatro meses de vida.

Una noche, luego de concluida la fiesta de cumpleaños de mi padre en la casa de mi tía Banhai, nos fuimos para la casa de mi abuelita Altagracia, yo comencé a llorar por que tenía un poquito de hambre, mi madre fue a la cocina a prepararme leche y en ese momento mi hermanito Christopher me colocó en mi dedito índice una argollita que me habían regalado antes de yo nacer, con el fin de que me callara, cuando mi madre regresa, yo estoy tragando con dificultad y con ganas de vomitar, mi madre piensa que me estoy ahogando con mi propia baba, pero mi hermanito le dice que me tragué el anillito. Mi madre le pregunta ¿que anillito? y él le contestó el anillito que estaba en el estuche, él se lo mostró a mi madre, ella ve que es una argollita, y él dice ¿como se la tragó? tan forzoso que le entró. Todos en la casa pasaron un susto para morirse, pero luego de percatarse que la argollita no se abría con facilidad se tranquilizaron. Esperaron hasta el día siguiente y “sorpresa” la expulsé en horas de la noche. Y en ese momento todos respiraron profundamente luego de ver físicamente aquel objeto que por unas 24 horas permaneció en mi estómago.